El primer acercamiento al porteo
Cuando nació mi hija, desconocía el mundo del porteo, no
sabía de posturas ergonómicas y para trasladarnos en auto utilizábamos el
huevito del coche, o la llevábamos en brazos al caminar, sin ninguna ayuda
extra. Naturalmente, mi bebé comenzó a aumentar de peso y a tener autonomía de
su torso y cabeza, con lo cual se fue haciendo más difícil llevarla sólo con
los brazos.
Desde su nacimiento, teníamos un fular elástico que nos
habían regalado, pero hasta que tuvo unos cuantos meses no nos animamos a
utilizarlo (¡con lo fácil que lo veo ahora!), así que buscamos un poco y
compramos la mochila más económica y ergonómica que encontramos en el mercado
(aún sin saber exactamente qué significaba la palabra “ergonómica” para los
portabebés). Era una mochila Cybex, que traía la parte del “asiento” expandible
para permitir mejor postura de las piernitas, y a la vez sostenía la cabeza en
caso de necesidad. Una vez que aprendimos a utilizar ese manojo de correas,
broches y cierres, lo usamos poco tiempo. No porque fuera lo peor del mundo, de
hecho, era bastante mejor que muchas otras comerciales, sino porque nos daba
mucho calor, tardaba muchísimo en colocarme mochila y bebé, había que corregir
las medidas de las correas cada vez que nos turnábamos mamá o papá para usarla,
y además porque cuando pasó los 9 kilos de peso, a mí que soy delgada se me
incrustaban los broches de la mochila en todo el cuerpo…
Ahí fue que me animé a usar más el fular que la mochila. Al
momento de escribir este artículo, mi niña tenía 14 meses, pesaba casi 11kg y
sin embargo no tenía ningún dolor ni problema al llevarla con el fular,
caminaba muchas cuadras sin cansarme y alternaba entre nudo cruz envolvente al
frente (para los días más fríos) y nudo a la cadera (cuando hacía más calor).
Cochecito: ¿Sí, no, a veces?
No voy a poner aquí ningún enlace en contra del uso del
cochecito o silla de paseo, no soy una fanática de nada, no odio los cochecitos
ni crucifico a quienes lo usan. No me gusta juzgar a las personas por este tipo
de elecciones, ya que a mí tampoco me gusta que lo hagan conmigo. Lo que sí
haré es ser honesta. No me arrepiento de haber comprado un cochecito para
llevar a mi hija. De lo que sí tal vez me arrepiento es de no haber buscado uno
más liviano y básico. Vivo en un tercer piso sin ascensor, sacar a mi hija en
cochecito supuso en los primeros meses, bajar y subir las escaleras de a dos,
uno llevando el coche y el otro cargando el huevito con la bebé. Salir de paseo
con el cochecito requería planificación, más aún considerando que a los 10
minutos de paseo había un 70% (bueno, está bien, 90%) de probabilidad de que se
largara a llorar y hubiera que levantarla en brazos. En aquel momento, como era
una pequeñita minúscula, llevarla un gran trecho en brazos no representaba
mayor obstáculo… y el que terminaba yendo en el cochecito era el bolso
pañalero, que no emitía queja.
Cuando fue lo suficientemente grande como para entrar en la
asiento de paseo sin el huevito, el problema más o menos seguía siendo el
mismo: mi bebé pesaba bastante más y también había que bajar y subir de a dos
si queríamos salir con el cochecito. Llevarla en brazos ahora ya no era tan
cómodo como antes. Afortunadamente, para ese entonces aprendí a utilizar el fular
y compramos la mochila semi-ergonómica, y me liberé del armatoste para cuando
estaba sola. Fue un antes y un después. Sobre todo con el uso del fular
elástico, ya que cuando me ponía la mochila tardaba tanto que mi niña se ponía
toda molesta por tanta demora y luego el manoseo de ponerla, ajustar las
correas y demás… Muchas veces terminábamos las dos saliendo un poco de mal
humor. El fular, en cambio, era casi parte de nosotras, nos fundía en una
especie de abrazo de tela. Yo podía abrazarla más cómodamente, sin sentir cosas
rígidas ni plásticas contra su cuerpo o el mío; y ella estaba claramente más
cómoda también, ya que a los 20 minutos de salir, se dormía profundamente.
Otro comentario con respecto a algunos cochecitos – o al
menos respecto al mío – es que cuando ya van en la silla común sin huevito, el
niño/a va mirando hacia delante. Personalmente no he visto desventajas en esta
posición, pero hay que tener en cuenta que no lo usábamos mucho, con lo cual
para ella el cambio de perspectiva era toda una novedad y la mayoría de las
veces iba contentísima y disfrutando estar cerca de los pájaros y los perros,
que tanto ama. El cochecito, entonces, quedó para las salidas al parque, para
llevar en paseos largos en que pudiera dormir una siestita allí, o sentarse un
rato y comer algo mientras comíamos también los adultos. Usualmente también
llevábamos un pañuelo o el fular por si en el camino se molestaba, tenía sueño
o lloraba por algo. Me gustaba tener la opción del cochecito, para esos casos
nos resultaba cómodo. Pero a mí personalmente no me gustaba mucho. No me
gustaba nada tener que agacharme cuando le quería decir algo o cuando ella me
señalaba alguna cosa, o tener que parar, agacharme y atenderla si necesitaba
algo, o no poder ver siquiera hacia dónde estaba mirando.
Quisiera agregar que también amo llevarla en brazos y en el
fular, por todo lo que me gusta tener su carita cerca de la mía, poder darnos
un beso cuando tenemos ganas, hablarle y mostrarle todo lo que vemos en la
calle, reírnos juntas, no perderme ninguna de sus expresiones, conectarnos y
conocernos cada vez más… No querrá ir en brazos toda la vida, y los primeros
años pasan tan rápido que apenas nos damos cuenta y ya están en preescolar. Veo
el porteo como una maravillosa oportunidad de aprovechar el tiempo en que mi
hija cabe en mis brazos. Anímense a llevar a sus hijos más cerca y ¡déjense
llevar!
(*) Texto extraído de la página Felices Criando. Podés
visitar el enlace para ver las fuentes de esta información: http://pauroy.wix.com/felicescriando
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Nuestro nuevo mei tai
Al momento de escribir este texto, mi hija tenía 18 meses y
casi 11,500kg, y estábamos buscando un nuevo portabebés. El fular elástico ya
no nos resultaba cómodo. Un fular como el nuestro, 100% algodón, es un pedazo
largo de tela que va envolviendo al bebé junto al cuerpo de su porteador, con
lo cual, en aquel veranito intenso que nos tocó vivir (con una ola de calor
atrás de la otra) se nos hacía extremadamente caluroso y el ponerlo también me
daba mucho calor. Por otro lado, yo quería comenzar a llevarla cargada a la
espalda para que viera un poco mejor todo a su alrededor y además porque ya era
bien larga y grande, por lo cual llevarla de frente me incomodaba un poco. El
caso era que con el fular elástico no es recomendable el uso a la espalda, ya
que la tela cede mucho más de lo que parece y si el niño/a se mueve mucho (algo
normal alrededor de los 18 meses), corre riesgo de caerse o al menos de hacerse
daño la espalda. En este enlace podrán encontrar más datos sobre el peligro de
utilizar un fular elástico para cargar bebés a la espalda:
http://cargarte.blogspot.com.ar/2012/02/por-que-no-usar-un-fular-elastico-para.html.
Además, si quieren ver una demostración concreta sobre esto, les recomiendo ver
este video: http://www.youtube.com/watch?v=J19oOkQ61hI
Teniendo en mente estos importantes detalles (el calor, el
tamaño de mi hija y la posibilidad de llevarla a la espalda), me puse en
búsqueda de otro estilo de portabebé. Me fui fijando en blogs, páginas web,
grupos de “babywearing” en Facebook, y llegué a la conclusión de que nuestra
mejor opción era un Mei Tai, fácil de usar, de peso repartido, más fresco que
el fular, apto para la espalda y resistente hasta varios kilos más. Consulté en
Cerquita Mío, cuyos portabebés me parecían los más lindos y de mejor calidad, y
luego de confirmar que era lo que buscaba, lo fui a comprar. Ese mismo día lo
probamos, usándolo al frente, y me resultó muy cómodo. Me cansé bastante, pero
¿a quién se le ocurre probar algo nuevo en una caminata de casi 1 hora? Sólo a
mí… Los días siguientes probé llevarla tramos más cortos, e intenté por primera
vez llevarla a la espalda. Luego de unos días, logré ponerme el Mei Tai sola y
que me quedara bien ajustado (aunque todavía me falta práctica para ponerla a
la espalda por mis propios medios), y además hemos viajado tranquilamente en
colectivo, subte y tren sin mayores obstáculos. Sólo he tenido que aflojarlo un
poco algunas veces para amamantarla durante el viaje.
¿Qué es un Mei Tai?
El Mei Tai es un portabebés que tiene origen en el
continente asiático, más específicamente en China, hace cientos de años. Es
básicamente un rectángulo de tela resistente con 4 tiras largas, también de
tela, que salen de sus esquinas, las cuales se ajustan al torso del porteador
mediante simples nudos. Después del fular, es uno de los portabebés más
versátiles que existen. Estas son sus características principales:
- Es muy parecido a una mochila, pero sin broches, anillas, ni ajustes de correas.
- Suelen venir en un talle único o dos, según sea para bebé o niño mayor, con tiras largas y adaptables a cualquier porteador. Algunas versiones poseen tiras amplias y elastizadas, más parecidas al fular.
- Sencillo de utilizar y con variantes en la manera de anudar, que permiten encontrar la manera más adecuada y confortable de uso para cada porteador.
- Puede llevarse el bebé al frente, a la espalda y a la cadera, de manera práctica, confortable y segura para ambos.
- Bien colocado, reparte el peso equitativamente entre la cadera y los hombros, para confort del porteador.
- Suele ser recomendado para bebés a partir de que tienen una gran estabilidad y buen control del tronco, ya que no proporcionan ajuste punto por punto como otros portabebés más adecuados para recién nacidos o bebés pequeños.
- Según el talle, son aptos para llevar hasta 18kg (aproximadamente hasta 3 años de edad), con lo cual se vuelve un aliado para utilizar en lugares que son poco accesibles o difíciles para un niño pequeño (por ejemplo: lugares multitudinarios, con muchas escaleras, caminatas largas por la playa, trekking en la montaña, etc).
Hay muchísimos diseños de Mei Tai en el mercado, para todos los
gustos, reversibles, con tiras anchas, con tiras más angostas y acolchadas. Al
igual que otros portabebés, permite tener las manos libres y realizar otras
actividades mientras se carga al bebé, entre otros numerosos y variados
beneficios que tiene la crianza en brazos.
Disfrutando la práctica
Un ratito de uso cada día, nos permite practicar en los
nudos, la forma más cómoda para nuestro cuerpo, la amplitud del asiento más
adecuada para nuestro bebé, etc. Al mismo tiempo, va acostumbrando al bebé al
uso y a los intentos de mamá/papá.
Aquí les dejo nuestras diferentes fotos de práctica de lo
que fuimos usando el Mei Tai. ¡Lo hemos pasado muy bien! Su papá, sus tías y yo
también... :)
(*) Texto extraído de la página Felices Criando. Podés visitar el enlace para ver las fuentes de esta información: http://pauroy.wix.com/felicescriando